EN ESTO CREEMOS




DECLARACIÓN DE FE


1. Creemos en la inspiración verbal de la Biblia.

2Tim.3:16, 2Ped.1:21

La Biblia fue inspirada divinamente:
a). Porque a si lo declaran Pablo (2Tim.3:16) y Pedro (2Ped 1:21)
b). Porque es considerada como "La Escritura" por excelencia
c). Porque su contenido fue dicho por el Espíritu Santo
d). Porque es llamada un oráculo de Dios
e). Porque es un registro de la autorevelación de Dios para darse a conocer y para salvar a la humanidad.

2. Creemos en un Dios existiendo eternalmente en tres personas; a saber: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 
1Tim.2:5, Jud. 25

a). Las Escrituras nos dan evidencias de que hay un solo Dios existiendo en perfecta unicidad en tres personas.
b). Se distinguen una de las otras desde la eternidad y por sus funciones en la historia de la salvación. "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la Comunión del Espíritu Santo, sean con todos vosotros. Amén" (Bendición Apostólica, 2Co.13:14).
c). Todo lo que se diga de la Trinidad debe ser entendido como un misterio que no puede ser conocido sin la autorevelación de Dios en la persona de Cristo y por el E.S.


3. Creemos que Jesucristo es el unigénito del Padre, concebido del Espíritu Santo y nacido de la virgen María. Que fue crucificado, sepultado y resucitó de entre los muertos. Que ascendió al cielo y está hoy a la diestra del Padre como nuestro Intercesor. 
Rom.8:3, Gal. 4:4

a). Jesus es el Hijo de Dios desde la eternidad, ya que compartía su gloria y esencia desde antes de la fundación de mundo.
b). También es llamado el Hijo de Dios por se engendrado del Espíritu Santo.
c). Su encarnación le permitió hacer acto de presencia en forma humana, dentro del contexto terrenal, para cumplir la misión que el Padre le asignó: La Redención de H.
d). La muerte de Cristo significa cuatro cosas: (1) rescate, (2) expiación, (3)reconciliación, y (4) substitución, Dando cumplimiento al plan redentor de Dios.
e). Su resurrección declara el carácter especial de Cristo como hijo de Dios; lo hace Señor de todo, lo confirma como Salvador que puede interceder por aquellos que creen en El, y como el que habrá de juzgar a los vivos y a los muertos.


4. Que todos han pecado y están destituidos de la Gloria de Dios; que el arrepentimiento es ordenado por Dios a todos y necesario para el perdón de pecados. 
Rom. 3:23

a). El pecado como fuerza negativa que controla a los no redimidos, es una realidad y no un mero concepto filosófico. Es tanto una falta de conformidad a la naturaleza de Dios, como una violación de su ley divina. Produce remordimiento y culpa.
b). El arrepentimiento implica una nueva actitud, una perspectiva correcta de parte de la persona hacia el pecado y Dios.
c). El arrepentimiento envuelve tres aspectos importantes: (1) Intelectual, (2)Emocional, y (3) Volitivo , y aunque es una decisión humana, tiene su origen en Dios.

5. Que la justificación, la regeneración y el nuevo nacimiento se efectúan por la fe en la sangre de Jesucristo. 
Rom. 5:1-11

a). La justificación es un acto de gracia gratuita de Dios, por medio del cual Dios perdona todos nuestros pecados, y nos acepta como justos en su presencia, sólo por la justicia de Cristo que nos es imputada, y recibida solo por fe.
b). La regeneración es un acto de Dios por medio del cual implanta el principio de la nueva vida, cambiando nuestras motivaciones.
c). Todo esto encierra una experiencia de nuevo nacimiento, lavamiento, muerte al pecado, una resurrección a la nueva vida y una nueva creación.


6. Creemos en la santificación, subsecuente al nuevo nacimiento, por la fe en la sangre de Jesucristo, por medio de la Palabra de Dios y por el Espíritu Santo.
Rom. 6:19-22

a). Santificación se refiere al acto de consagración o purificación, un proceso de santificación y limpieza espiritual; así como al efecto de la purificación, esto es, al estado de haber sido hecho santo
b). La santificación es un acto de la gracia divina. Los agentes de esta experiencia de gracia son la Palabra y el Espíritu de Dios, y reside en los méritos de la sangre de Cristo derramada por nosotros.
c). El propósito de la santificación es renovar al hombre de acuerdo a la imagen de Dios a fin de que muera al pecado y viva para la justicia.
d). La santificación es una obra continua que Dios lleva a cabo por medio del E.S., preservando al creyente del pecado.


7. Que la santidad es la norma de vida de Dios para su pueblo. 
1Pe.1:15-16

a). La santidad es eminentemente práctica; además de ser un estado interior de pureza espiritual, es una exteriorización de actitudes piadosas. (Gal.5:24)
b). Las pasiones y deseos de la carne que son mencionados como frutos en Gal.5, no solo se renuncia a ellos, sino que son reemplazados por el fruto del Espíritu.
c). Las manifestaciones del Espíritu tienen que ver con la relación que el creyente tiene con su prójimo. No es simplemente la renunciación a la enemistad, sino la práctica del amor; no solo el abandono de la ira, sino el cultivo de la templanza y mansedumbre.


8. Creemos en el Bautismo en el Espíritu Santo, subsecuente a la limpieza del corazón. 
Hech. 2: 1-4

a). El Espíritu Santo es una experiencia distinta a la conversión, y que vino en cumplimiento a una promesa dada por Dios a través de Isaías, Ezequiel, Joel, Juan el Bautista y Cristo mismo. Y es, además de una promesa, un don, un bautismo, un derramamiento, una investidura y una llenura.
b). El propósito del Bautismo en el Espíritu Santo es, además de dar poder para el servicio, un recurso divino que provee una nueva y penetrante comprensión a los misterios de la gracia de Dios, especialmente al ministerio redentor de Cristo.
c). Luc.24:49 "He aquí, yo enviaré la promesa de mi padre sobre vosotros. Pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seais investidos de poder desde lo alto."
Hech.1:8 "Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalen, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra"


9. Creemos en el hablar en otras lenguas, como el Espíritu dirija a la persona, y que esto es la evidencia inicial del bautismo del Espíritu Santo. 
Hech.2:4, 10:46, 19:6

a). En éstos tres pasajes, la Biblia nos indica la evidencia de hablar en otras lenguas al recibir el Bautismo de E.S. En el Pentecostés (Hech.2:4) en Cesarea (10:46) y en Efeso (19:6)
b). Es un idioma sobrenatural y una señal anunciada por Jesus en Marcos 16:17
c). Es un don de origen divino y se manifiesta en un lenguaje sobrenatural y/o humano (1Cor.13:1)
d). Es una forma de oración para edificación personal (1Cor. 14:4)
e). Una forma de Profecía, que al ser interpretada edifica a la Iglesia ( 14:15)


10. Creemos en el Bautismo en agua, por inmersión, y en que todos los que se arrepienten deben ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 
Mat. 28:19, Mar.16:6

a). Es, al igual que la Santa Cena, un mandamiento instituído por el Señor Jesus.
b). Es un acto simbólico que proclama verdades espirituales de la vida cristiana.
Es un acto exterior de la respuesta del hombre a rendirle su vida a Cristo.
c). Simboliza también, por el hecho de la inmersión, la muerte y resurrección del creyente en plena identidad con Cristo (Rom.6, Col. 2:12)
d). Solo pueden tomar este paso aquellos que se han convertido de todo su corazón a Cristo, es decir los que han creído (Mat. 28:19)
e). El método es por inmersión y la fórmula es en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.)


11. Creemos que la sanidad divina es provista para todos en la expiación. 
Sal.103:3, Isa.53:5

a). La sanidad divina es un don que Dios, de la abundancia de su gracia, ha provisto para la humanidad en virtud de la muerte redentora de Cristo.
b). Jesus empezó su ministerio dando cumplimiento a la profecía de Isaías: "a sanar a los quebrantadps de corazón, dar vista a los ciegos (Luc. 4:18)
c). Cuando el Señor envió a sus discípulos, led dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar toda enfermedad. (Luc. 9:1,2)
d). La iglesia primitiva practicó la sanidad divina (Hech.3:1-10) y se describe como uno de los dones del E.S. ( 1Cor.12:11,18) La Biblia nos exhorta a orar por aquellos que están enfermos ( Stg.5:14)


12. Creemos en la cena del Señor y en el lavatorio de los pies de los santos.
1Cor. 11:23, Juan 13: 1-20

a). Son ordenanzas instituídas por el Señor Jesus, para anunciar su muerte hasta que El venga. Representa la continua comunión de los santos en el cuerpo de Cristo.
b). El pan representa el cuerpo de Cristo que por nosotros es quebrantado en la redención. El vino representa la sangre de Cristo derramada, como el sello del nuevo pacto para la remisión de pecados.
c). El rito de lavatorio de pies simboliza el que somos siervos unos de otros, nuestra sujeción a la iglesia. Esta ordenanza es un medio vital de gracia para perpetuar la purificación espiritual y la comunión de los siervos de Dios. También simboliza limpieza


13. Creemos en la premilenial segunda venida de Jesus: primero para resucitar a los justos muertos y arrebatar a los santos vivos hacia El, en el aire; segundo, para reinar en la tierra por mil años. 
1 Tes. 4:13-8

a). La segunda venida de Jesucristo es el retorno literal, personal y en cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, el hijo de Dios, a la tierra. Dicho retorno será necesario antes de que el reino milenial surja.
b). El primer propósito de la venida de Cristo es la glorificación de los creyentes
Los muertos en Cristo serán resicitados a semejanza de Cristo, y los vivos serán transformados a la imagen del cuerpo resucitado de Cristo.
c). El segundo propósito es que Cristo establecerá un reinado de paz en la tierra, atando a Satán por mil años. Gobernará fisica y personalmente sobre todos los habitantes, elementos y poderes de éste mundo.
d). Jesus partió de éste mundo con la promesa de que regresaría por su pueblo, El iría a preparar lugar para aquellos que en el creen. (Juan 14:2,3), cuando El ascendió a los cielos, los angeles dieron testimonio de ésta promesa, "asi como los veis ir, asi lo vereis venir.."

14. Creemos en la resurrección corporal, vida eterna para los santos y castigo eterno para los inicuos Dan. 12:2, Jn. 5:28,29

a). Aún los injustos resucitarán al igual que los justos, solo que estos en el día de juicio, y para ser juzgados por Dios (Hech.17:31, Apoc.20:12-15)
b). La base de su juicio será sus obras (2Cor.5:10, Apoc.20:13)
c). El juicio de los inicuos consistirá en una eterna separación de Cristo (Mat.25:41)


PRINCIPIOS DOCTRINALES

Los principios doctrinales siguientes representan nuestras creencias las cuales, se fundamentan en las sagradas Escrituras.

Arrepentimiento: Marcos 1: 15; Lucas 13:3; Hechos 3:19.
Justificación: Romanos 5: 1; Tito 3:7.
Regeneración: Tito 3:5.
Nuevo nacimiento: Juan 3:3; 1 Pedro 1:23; 1 Juan 3:9.
Santificación, subsecuente a la justificación: Romanos 5:2; 1 Corintios 1:30;              1 Tesalonicenses 4:3; Hebreos 13:12.
Santidad: Lucas 1:75: 1 Tesalonicenses 4:7; Hebreos 12:14.
Bautismo en agua: Mateo 28:19; Marcos 1:9-10; Juan 3:22-23; Hechos 8:36-38.
Bautismo en el Espíritu Santo subsecuente a la limpieza: el impartimiento de poder para el servicio: Mateo 3: 11; Lucas 24:49, 53; Hechos 1:4-8.
Hablar en lenguas como el Espíritu dirija a la persona, como evidencia inicial del bautismo en el Espíritu Santo: Juan 15:26; Hechos 2:4; 10:44-46; 19:1-7.
La Iglesia:  Mateo 16:13-19;  28:19-20;  Hechos 1:8;  2:42-47;  7:38; 20:28.
Dones espirituales: 1 Corintios 12:1, 7, 10, 28, 31;   14:1.
Las señales siguen a los creyentes: Marcos 16:17-20; Romanos 15:18,19; Hebreos 2:4.
El fruto del Espíritu: Romanos 6:22; Gálatas 5:22, 23; Efesios 5:9; Filipenses 1:11.
Sanidad divina provista para todos en la expiación: Salmo 103:3; Isaías 53:4-5; Mateo 8:17; Santiago 5:14-16; 1 Pedro 2:24.
La cena del Señor: Lucas 22:17-20; 1 Corintios 11:23-26
Lavatorio de los pies de los santos: Juan 13:4-17; 1 Timoteo 5:9-10.
Diezmos y ofrendas: Génesis 14:18-20; 28:20-22; Malaquías 3:10; Lucas 11:42; 1 Corintios 9:6-9; 16:2;  Hebreos 7:1-21.
Restitución donde sea posible: Mateo 3:8; Lucas 19:8-9.
La premilenial segunda venida de Jesús. Primero, para resucitar a los santos que han muerto y levantar a los creyentes vivos, hacia El, en el aire: 1 Corintios 15:52;               1 Tesalonicenses 4:15-17;  2 Tesalonicenses 2:1. Segundo, para reinar sobre la tierra por mil años: Zacarías 14:4;  1 Tesalonicenses 4:14;  2 Tesalonicenses 1:7-10;  Judas versículos 14-15; Apocalipsis 5: 10; 19:11-21; 20:4-6.
Resurrección: Juan 5:28-29; Hechos 24:15; Apocalipsis 20:5-6.
Vida eterna para los justos: Mateo 25:46; Lucas 18:30; Juan 10:28; Romanos 6:22;    1 Juan 5:11-13.
Castigo eterno para los inicuos, sin liberación ni aniquilación: Mateo 25:41-46; Marcos 3:29;   2 Tesalonicenses 1:8-9;   Apocalipsis 20:10-15;  21:8.


PRINCIPIOS PRÁCTICOS:

1. EJEMPLO ESPIRITUAL

Demostraremos nuestro compromiso con Cristo poniendo en práctica las disciplinas espirituales, demostraremos nuestra dedicación al cuerpo de Cristo siendo leales a Dios y a su iglesia; y demostraremos nuestra dedicación a la obra de Cristo siendo buenos administradores.

1.1. La práctica de las disciplinas espirituales. Las disciplinas espirituales implican prácticas como la oración, la alabanza, la adoración, la confesión, el ayuno, la meditación y el estudio. A través de la oración expresarnos nuestra confianza en Jehová Dios, el dador de todas las cosas buenas, y reconocemos nuestra dependencia en El para suplir nuestras necesidades y las de otros (Mateo 6:5-15; Lucas 11:1-13; Santiago 5:13-18). A través de la adoración, tanto pública como privada, alabamos a Dios, tenemos comunión con Él y recibimos diariamente enriquecimiento espiritual y crecimiento en la gracia. A través del ayuno podemos acercarnos a Dios, meditar en la pasión de Jesucristo y disciplinamos para vivir bajo el control del Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida (Mateo 6:16-18; 9:14-17; Hechos 14:23). Por medio de la confesión de nuestros pecados a Dios tenemos asegurado el perdón divino (1 Juan 1:9-2:2). El compartir nuestra confesión con otros creyentes da la oportuni¬dad de pedir la oración y ayudamos mutuamente a llevar nuestras cargas (Gálatas 6:2; Santiago 5:16). Por medio de la meditación y el estudio de la Palabra de Dios fortalecemos nuestro crecimiento espiritual y nos preparamos para guiar e instruir a otros en las verdades bíblicas (Josué 1:8; Salmo 1:2; 2 Timoteo 2:15, 23-26).

1.2. Lealtad a Dios y dedicación a la iglesia. La vida del discipulado cristiano implica el cumplimiento de nuestros deberes hacia el cuerpo de Cristo. Debemos reunimos constantemente con otros miembros de la iglesia con el propósito de magnificar y alabar a Dios y escuchar su Palabra (Mateo 18:20; Juan 4:23; Hechos 2:42, 46, 47; 12:24; Hebreos 10:25). El domingo es el día cristiano de adoración. Como día del Señor, el domingo conmemora la resurrección de Cristo de entre los muertos (Mateo 28: 1) y debe utilizarse primordialmente para la adoración, la confraternidad, el servicio cristiano, la enseñanza, la evangelización y la procla¬mación de la Palabra (Hechos 20:7; Romanos 14:5, 6; 1 Corintios 16:2, Colosenses 2:16, 17). Debemos proveer para las necesidades financieras de la iglesia a través de nuestros diezmos (Malaquías 3:10; Mateo 23:23) y ofrendas (1 Corin¬tios 16:2; 2 Corintios 8:1-24; 9:1-15). Es nuestro deber respetar y sometemos a aquellos que el Señor ha puesto sobre nosotros en la iglesia (1 Tesalonicenses 5:12, 13; Hebreos 13:7, 17). Cuando ejerzamos autoridad lo haremos como ejemplos espirituales; no como dueños ni señores del rebaño de Cristo (Mateo 20:25-28; 1 Pedro 5:1-3). Por otra parte, nuestra sumisión debe ser una manifestación de la gracia espiritual de la humildad (Efesios 5:21; 1 Pedro 5:5, 6). Finalmente, debemos evitar la afiliación a sociedades que requieren o practican juramentos. Tales sociedades pueden parecer espirituales pero, en realidad, al requerir un juramento y ser secretas, contradicen la espiritualidad cristiana (Juan 18:20; 2 Corintios 6:14-18). Los cristianos no deben pertene¬cer a ningún cuerpo o sociedad que requiera o practique una lealtad que esté por encima o excluya su comunión con otros en Cristo (Juan 17:21-23; Mateo 12:47-49).

1.3. Buena mayordomía cristiana. Las virtudes del ahorro y la sencillez son honrosas, mientras que el despilfarro y la ostentación son solemnemente prohibidas en las Escrituras (Isaías 55:2; Mateo 6:19-23). El vivir una vida piadosa y sobria requiere el uso sabio y frugal de nuestras bendiciones temporales, incluyendo el tiempo, talento y dinero. Como buenos administradores debemos sacar el máximo provecho de nuestro tiempo, tanto para esparci¬miento como para trabajar (Efesios 5:16; Colosenses 4:5). El mal uso del tiempo libre degrada (1 Timoteo 5:13; 2 Tesaloni¬censes 3:6-13); pero cuando el tiempo se utiliza en forma constructiva, experimentamos renovación interna. Todo nuestro trabajo y diversión deben honrar el nombre de Dios (1 Corintios 10: 3 l). Como buenos mayordomos debemos utilizar bien nuestros dones espirituales (Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:1-11, 27-3 1; Efesios 4:11-16; 1 Pedro 4:9-1 l), así como nuestros talentos naturales (Mateo 25:14-30) para la gloria de Dios. Como buenos mayordomos debemos reconocer que el uso sabio del dinero es parte esencial de la economía de la vida del cristiano. Dios nos ha encomendado bendiciones temporales para que cuidemos de ellas (Mateo 7: 11; Santiago 1: 17).

2. PUREZA MORAL

Participaremos de toda actividad que glorifique a Dios en nuestro cuerpo y evitaremos la satisfacción de los deseos de la carne. Leeremos, miraremos y escucharemos todo lo que sea de beneficio para nuestra vida espiritual.

2.1. Debemos glorificar a Dios en nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, por lo cual debemos usarlo para la gloria de Dios (Romanos 12:1, 2; 1 Corintios 6:19, 20; 10:31). Debemos andar en el Espíritu y no satisfacer los deseos de la carne (Gálatas 5:16). U Escritura contiene varios pasajes con ejemplos de una conducta camal que no glorifica a Dios (Romanos 1:24; 1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 5:19, 21; Apocalipsis 21:8). Las prácticas pecaminosas más prominentes que aparecen en estos pasajes incluyen: la homosexualidad, el adulterio, actitudes mundanas (como el odio, la envidia y los celos), comunicación corrupta (como el chisme y las palabras sucias), robo, asesinatos, borrachera y brujería. La brujería tiene que ver con prácticas de ocultismo las cuales son prohibidas por Dios y conducen a la adoración de Satanás.

2.2. Lo que leemos, miramos y escuchamos. La literatura que leemos, los programas que miramos y la música que escuchamos, afectan profundamente nuestros sentimientos, nuestro pensamiento y nuestra conducta. Es imperativo, por lo tanto, que el cristiano lea, mire y escuche las cosas que inspiran, instruyen y desafían a alcanzar un nivel moral más elevado. Por otro lado, debemos evitar literatura, programas y música de contenido mundano y de naturaleza pornográfica. Un cristiano no debe mirar en el cine (o la televisión) películas u obras teatrales que sean de naturaleza inmoral (Romanos 13:14; Filipenses 4:8).


2.3. Fomento del bienestar espiritual. El cristiano debe usar su tiempo libre en actividades que edifiquen tanto al individuo como al cuerpo de Cristo (Roma¬nos 6:13; 1 Corintios 10:31, 32). Debemos evitar prácticas y lugares mundanos. Consecuentemente, un cristiano no debe participar en ningún tipo de entretenimiento que apele a la naturaleza carnal y traiga descrédito al testimonio cristiano (2 Corintios 6:17; 1 Tesalonicenses 5:21, 22; 1 Juan 2:15-17). 3. Integridad personal 
Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confian¬za, que produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.

3. INTEGRIDAD PERSONAL

Viviremos una vida que inspire responsabilidad y confian­za, que produzca el fruto del Espíritu y manifieste el carácter de Cristo en toda nuestra conducta.

3.1. Responsabilidad y confianza. El cristiano debe ser una persona contable y de palabra (Mateo 5:37; 1 Pedro 2:11, 12). Jurar es contrario a la contabilidad del cristiano, por lo tanto debe evitarse (Mateo 5:34-37; Santiago 5:12). Cristo enseño, por precepto y ejemplo, que debemos amar a nuestros enemigos y dar la preferencia a nuestro prójimo (Mateo 5:43-48; Romanos 12: 10; Filipenses 2:3; 1 Juan 3:16). Debemos comportamos de tal manera que nuestra conducta lleve a otros a Cristo (Mateo 5:16; 1 Corintios 11: l).

3.2. Fruto del Espíritu. Si vivimos en el Espíritu, manifestaremos el fruto (actitu¬des y acciones) del Espíritu y no satisfaremos los deseos de la carne (Gálatas 5:16, 22-25; 1 Juan 1:7). Las buenas relaciones con otros son el resultado natural de nuestra relación positiva con el Señor (Salmo 1: 1-3; Mateo 22:37-40). Seremos juzgados por no llevar fruto en nuestra vida (Mateo 7:16-20; Lucas 13:6-9; Juan 15:1-8).

3.3. El carácter de Cristo. El distintivo de la vida en Cristo es el amor por otros (Juan 13:34, 35; 15:9-13; 1 Juan 4:7-1 l). En su relación con el Padre, Jesús mostró sumisión (Lucas 22:42; Juan 4:34; 5:30). En su relación con otros, demostró aceptación (Juan 8: 1 l), compasión (Mateo 9:36; Marcos 6:34) y perdón (Mateo 9:2; Lucas 5:20). No podemos llevar el fruto del Espíritu y manifestar el carácter de Cristo si no estamos espiritualmente unidos a El (Juan 15:4, 5) y sin tener la semilla de la Palabra sembrada en nuestro corazón (Juan 15:3; 1 Pedro 1:22, 23).

4. RESPONSABILIDAD FAMILIAR

Daremos prioridad al cumplimiento de las responsabilidades familiares, preservaremos la santidad del matrimonio y mantendremos el orden bíblico en el hogar.

4.1. La prioridad de la familia. La familia es la unidad básica de las relaciones humanas y como tal es indispensable, tanto para la sociedad como para la iglesia (Génesis 2:18-24). El origen divino de la familia y su carácter institucional exigen que se le ministre con priori¬dad, tanto desde el punto de vista personal como colectivo.

La práctica de las disciplinas y virtudes cristianas debe empezar en el hogar (Deuteronomio 6:6, 7). Por lo tanto, la familia cristiana debe establecer un plan para los devocionales fami¬liares y proveer una atmósfera cristiana en el hogar (1 Timoteo 3:3, 4; 5:8). 

4.2. La santidad del matrimonio. El matrimonio es ordenado por Dios y es un acto de unión espiritual en el que un hombre y una mujer se unen para vivir como una sola carne (Génesis 2:24; Marcos 10:7). Por su carácter divino, el matrimonio es un compromiso para toda la vida y el adulterio es la única concesión bíblica para el divorcio (Mateo 5:32; 19:9). La relación sexual ya sea antes del matrimonio o con otra persona que no sea el cónyuge se prohíbe estrictamente en la Biblia (Éxodo 20:14; 1 Corintios 6:15-18). Para alcanzar santidad en el matrimonio, los cónyuges deben esforzarse por mantener una relación placente¬ra, armoniosa y santa. Si llegara a ocurrir el divorcio, la iglesia debe estar presta a proveer amor, comprensión y orientación a los afectados. Las segundas nupcias de personas divorciadas podrán realizarse únicamente después de un entendimiento y sometimiento pleno a las instrucciones bíblicas relacionadas con este asunto (Mateo 19:7-9; Marcos 10:2-12; Lucas 16: 1 8; Romanos 7:2, 3; 1 Corintios 7:2, 1 0, 1 l). Si un cristiano desea permanecer soltero, su decisión debe ser respetada y vista como una alternativa bíblica (1 Corintios 7:8, 32-34).

4.3. Orden divino en el hogar. Cuando Dios creó al hombre, varón y hembra los creó (Génesis 1:27). Los dotó con características diferentes (1 Corintios 11: 14, 15; 1 Pedro 3:7) y les dio responsabilidades diferentes (Génesis 3:16-19; 1 Pedro 3:1-7). En el orden bíblico, el esposo es la cabeza del hogar (Efesios 5:22-31; Colosenses 3:18, 19), los padres deben criar y disciplinar a sus hijos (Efesios 6:4; Colosenses 3:21) y éstos deben obedecer y honrar a sus padres (Éxodo 20:12; Efesios 6:1-3; Colosenses 3:20). Para que haya armonía en el hogar debe observarse el orden bíblico de responsabilidades.

5. TEMPLANZA EN LA CONDUCTA

Practicaremos la templanza en la conducta y evitaremos actitudes y actos ofensivos a nuestros semejantes o que conduzcan a la adicción o esclavitud a las drogas.

5.1. Templanza. Una de las virtudes cristianas cardinales es la templanza o dominio propio (1 Corintios 9:25; Tito 1:8; 2:2). Se encuentra en la lista del fruto del Espíritu (Gálatas 5:23). Se nos amones¬ta a ser moderados y equilibrados en nuestra conducta (Filipen¬ses 4:5). La Escritura indica que tenemos la prerrogativa de controlar nuestro pensamiento (Filipenses 4:8), nuestro enojo (Efesios 4:26) y nuestro hablar (Efesios 4:29; Colosenses 3:8). El ejercicio del dominio propio refleja el poder de Dios en nuestra vida (1 Corintios 9:27; 2 Pedro 1:5-11).

5.2. Conducta ofensiva. La Biblia enseña claramente que debemos ser sensibles a las necesidades y los sentimientos de los demás, como una demostración de nuestro amor por ellos (Mateo 22:39; Romanos 12:9-21; 13:10; Filipenses 2:3-5). A veces tenemos que controlar nuestros impulsos para no ofender a otros (Romanos 14:13-21; 1 Corintios 8:9-13). De la manera en que conocemos a Cristo según el Espíritu, así también debemos comprender a los demás para que no los juzguemos solamente por su conducta externa (2 Corintios 5:16). Nuestras relaciones con los demás deben caracterizarse por el respeto y la toleran¬cia hacia sus diferencias (Romanos 14:2,3; 1 Corintios 8:8; Efesios 4:2; Colosenses 3:13; 1 Timoteo 4:1-5).

5.3. Adicción y esclavitud. Uno de los beneficios principales de nuestra libertad en Cristo es la facultad que tenemos de dominar los impulsos negativos (Juan 8:32, 36; Romanos 6:14; 8:2). Se nos aconseja no volver a quedar bajo el yugo de esclavitud (Gálatas 5: l). Por lo tanto, un cristiano debe abstenerse totalmente de toda bebida alcohólica y de cualquier sustancia química que forme hábito y altere el ánimo. Se debe evitar el uso del tabaco en cualquier forma, la marihuana y cualquier otra sustancia que cause adicción. Debemos también abstenernos de actividades como los juegos de azar y la glotonería, los cuales profanan el cuerpo, que es el templo de Dios, o que dominan y esclavizan el espíritu que ha sido libertado en Cristo (Proverbios 20:1; 23:20-35; Isaías 28:7; 1 Corintios 3:17; 5:11; 6:10; 2 Corin¬tios 7:1; Santiago 1:21).

6. APARIENCIA MODESTA

Demostraremos el principio bíblico de la modestia vistiendo y luciendo de una manera que realce nuestro testimonio cristiano y evitando el orgullo, la presunción y la sensualidad.

6.1. Modestia. De acuerdo con el concepto bíblico, la modestia es una gracia espiritual interna que evita todo lo que parece indecente e impuro. Es limpia en pensamiento y conducta y no actúa con crudeza ni con indecencia en el vestir ni en el comportamiento (Efesios 4:25, 29, 3 1; 5:1-8; 1 Timoteo 2:9, 1 0). Por lo tanto, la modestia incluye la apariencia, la conducta, el vestir 'y el hablar, y puede ser aplicada a todas las situaciones. El punto esencial es: ¿estamos agradando o desagradando a Dios con nuestro estilo de vida?

6.2. Apariencia y vestido. La vida, el carácter y el concepto que tengamos de nosotros mismos se reflejan en nuestra apariencia y manera de vestir. La amonestación bíblica "no os conforméis a este siglo" nos recuerda que la manera de vestimos debe ser modesta y decente en todo sentido (Romanos 12:2; 1 Tesalonicenses 5:22, 23). A Dios no le desagrada que nos vistamos y arreglemos bien. Sin embargo, debemos buscar, sobre todo, la belleza espiritual, la cual no viene por el adorno externo de joyas, vestidos y cosméticos costosos, sino de las buenas obras, de la conversación pura y de un espíritu afable y apacible (Filipenses 4:8; 1 Pedro 3:3-5).

6.3. Orgullo, presunción y sensualidad. Como pueblo santo debemos abstenemos de toda lascivia de la carne y evitar vestirnos de un modo que provoque pensamientos, actitudes y estilos de vida inmorales (Gálatas 5:13-21; 1 Pedro 2:11; 2 Pedro 1:4). Nuestra belleza no depende de vestidos ostentosos, atavíos extravagantes y costosos, del uso de joyas y cosméticos, sino de nuestra relación con Cristo. El adorno externo, sea vestido o joyas, como una demostración externa del valor personal, es contrario a la actitud espiritual (Santiago 2:1-4).

7. OBLIGACIONES SOCIALES

Nuestro objetivo será cumplir con las obligaciones que tenemos hacia la sociedad, siendo buenos ciudadanos, corri¬giendo injusticias sociales y protegiendo la santidad de la vida.

7.1. Ser buenos ciudadanos. Como cristianos somos miembros del reino de Dios, aunque también somos miembros de la sociedad de este mundo. La obediencia a Dios nos requiere que actuemos de una manera responsable como ciudadanos de nuestros países (Marcos 12:13-17; Romanos 13:1-7; 1 Pedro 2:13-17). Por lo tanto, debemos apoyar la ley y el orden civil; tener respeto por nuestros líderes y orar por ellos; participar en actividades de las escuelas, de la comunidad y del gobierno; ejercer nuestro derecho al voto y expresamos en relación con asuntos morales claramente definidos. La ley de Dios es suprema pero nosotros debemos obedecer las leyes de nuestro país, mientras que éstas no estén en conflicto con la obediencia a Dios (Hechos 5:29). Cuando sea necesario estar en desacuerdo con las prácticas y requerimientos del gobierno, debemos hacerlo motivados por la preocupación de promover la justicia y no por el simple deseo de disentir y estar en controversia.

7.2. Corregir la injusticia social. El amor por los demás y el reconocimiento de que todas las personas son iguales ante los ojos de Dios (Hechos 10:34; 17:26) deben motivamos a hacer algo por mejorar la situación de los menos privilegiados, abandonados, hambrientos, sin hogar y víctimas de prejuicios, persecución y opresión (Mateo 22:39; Romanos 13:8-10; 1 Juan 3:17). En todas nuestras relaciones debemos ser sensibles a las necesidades humanas (Lucas 10:30-37; Santiago 1: 17) y evitar la discriminación racial y económica. Toda persona debe tener libertad para adorar y participar en la vida de la iglesia, sin importar raza, color, sexo, clase social o nacionalidad.


7.3. Proteger la integridad de la vida. La vida es algo que sólo Dios puede dar (Génesis 1: 1-3 l); por lo tanto, todos somos responsables ante el Creador de cuidar de la vida nuestra y la de otros. Si las circunstancias lo requieren, debemos estar dispuestos a cualquier sacrificio por servir a los demás (Juan 15:13); pero la regla general es que respetemos nuestra vida y utilicemos todos los medios posibles para conservarla. Dios es el único que confiere la vida y sólo Él decide cuándo debe terminar (Salmo 31:14, 15). En vista de que un feto humano es sagrado y bendecido por Dios, tenemos la responsabilidad de proteger la vida de los que aún no han nacido (Jeremías 1:5; Lucas 1:41). Es nuestra firme convicción que el aborto, la eutanasia (muerte provocada a los ancianos, impedidos mentales, enfermos de muerte, o incompetentes en cualquier forma), por razones de conveniencia personal, adaptación social o ventajas económicas, son moralmente incorrectos. Además, creemos que es nuestra responsabilidad cristiana cuidar de la tierra y sus recursos. En el principio, Dios le dio al hombre dominio sobre la tierra (Génesis 1:26-30), sin embargo, esto no nos da derecho a contaminar nuestro medio ambiente o desperdiciar los recursos naturales.




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